ARTÍCULOS MARTIN RAMOS
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Septiembre 2015 .- Una buena escuela hace la diferencia. Publicada: Domingo, 06 de Marzo 2016  Todos nacemos con un potencial intelectual y humano muy grande. Actualizar o aprovechar este potencial, dependerá en gran medida, de la educación. Un buen modelo pedagógico escolar, debe tener como objetivo, aprovechar el máximo del potencial de cada alumno.
Partiendo de que la educación es un proceso complejo y multifacético, la escuela tendrá que tomar en cuenta las tres dimensiones del ser humano: biológica, psicológica y espiritual.
La escuela trabaja en la dimensión biológica, cuando: Evalúa el neurodesarrollo de cada niño y, es capaz de atender sus necesidades, además de sugerir a los padres estrategias en función a su potencial y posibles deficiencias.
Sus programas toman en cuenta el calendario neurológico del desarrollo y se diseñan tomando en cuenta las bases que nos aportan las neurociencias. Ejemplo, cuando se estimula de acuerdo a los periodos sensitivos o ventanas de oportunidad, especialmente en edades tempranas.
Trabaja el desarrollo de habilidades básicas de aprendizaje, como la capacidad de atención – concentración, la lectura, escritura, razonamiento lógico matemático y el cálculo, con un sistema ordenado y sistemático en el cual las repeticiones progresivas, la individualización del trabajo en base a las necesidades y las estrategias de consolidación, son determinantes para que el alumno las desarrolle de forma óptima.
Cuida la alimentación, especialmente el desayuno y lo que se vende en la “tiendita”. Una buena nutrición beneficia el rendimiento escolar. Hay escuelas que prefieren incluir el desayuno en sus cuotas, como estrategia para mejorar el aprendizaje y la conducta en los niños, evitando así la difícil lucha contra las loncheras llenas de comida chatarra.
Cuando cuida el medio ambiente de las instalaciones y otras estrategias de salud. Ejemplo, utilizar purificador de ambiente en los salones de los más pequeños, evitar contagios y orientar a los padres sobre salud preventiva.
Cuando sabe detectar, evaluar y atender las dificultades de aprendizaje como la dislexia, el déficit de atención, el retarde de lenguaje, etc. cuidando especialmente el manejo emocional, para fortalecer la seguridad y autoestima.
La escuela trabaja en la dimensión psicológica, cuando: Cuida que sus maestros tengan un perfil de vocación y amor por sus alumnos. Los capacita y orienta sobre al manejo psicológico, e implementa programas que persigan objetivos emocionales. Cuando a los maestros, sólo se les piden resultados académicos y se da por supuesto el trabajo emocional, la oferta de educación integral se convierte en mera mercadotecnia.
Cuenta con un departamento psicopedagógico capaz de implementar soluciones eficaces a los problemas que se presentan en los alumnos, y no sólo quedarse en valoraciones y revaloraciones en donde a los padres se les dice el qué, pero no se les dice el cómo.
Se trabaja en función del desarrollo de habilidades cognitivas y no solamente en función de los contenidos de aprendizaje. Actualmente es más importante saber trabajar en equipo, emprender, dirigir, visualizar, ser creativo etc., que saber de memoria todo lo que aprendimos en la escuela. Ciertamente los contenidos de aprendizaje son muy importantes, sin embargo, es más eficiente si los aprendemos desarrollando habilidades como: planear, clasificar, comparar, reflexionar, interpretar, organizar, evaluar, justificar, definir, inferir, etc. Además, para desarrollar adecuadamente las habilidades cognitivas, es necesario un modelo de sensibilización, habituación y consolidación, que actualmente no se maneja en los libros de texto.
La escuela trabaja en el nivel espiritual cuando: Cuenta con un programa de valores, en el cual el alumno no sólo aprenda lo que está bien y lo que está mal, sino que sienta gusto y amor por el bien y rechazo por el mal. Por tanto, el objetivo de los programas de formación espiritual deben ser apreciativos, esto es, lograr que el bien les caiga bien y el mal les caiga mal, luchando así contra un medio ambiente que parece empeñarse en inculcar en los niños y adolescentes exactamente lo contrario.
Da clases de religión y organiza actividades en las que se toma en cuenta a Dios, ya que la educación no estaría completa si no toma en cuenta la dimensión más importante del ser humano que es su relación con su Creador. Además, la religión nos da la oportunidad de ir más allá del respeto, la justicia, el compañerismo e incluso la amistad, ya que fomenta una cultura del amor, el perdón, la generosidad y la paz interior, que va mas allá de la madurez y la estabilidad emocional.
En conclusión, cuando una escuela es buena, busca educar integralmente y no sólo enseñar académicamente, busca colaborar con los padres en la formación de sus hijos y educarlos para la vida y no sólo para al final tener una profesión. Si encontramos una escuela así, entonces, podrá hacer la diferencia.
CEYDI Centro de Neuroentrenamiento Tel. 7 15 51 99
Lic. Martín Ramos Cel. (71) 44 19 57
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